Los aplausos desde los balcones los reconocieron como héroes. No es para menos: hace meses que los médicos y el personal de la salud enfrentan el reto diario de hacerle frente al avance del COVID-19, una prolongada batalla en la que se arriesgan al contagio y hasta ponen en peligro sus vidas. Cada uno de los sectores de la industria realiza un esfuerzo descomunal para abarcar las urgencias y los tratamientos, con el objetivo de que los pacientes atraviesen la enfermedad de la mejor forma posible.
En ese contexto, la tecnología en medicina y el trabajo en equipo juegan un rol fundamental. ¿Por qué?
Tal vez el emblemático grito “¡Todos para uno y uno para todos!” popularizado por los tres mosqueteros ayude a comprender por qué, si contamos con la tecnología en medicina adecuada, trabajar en equipo puede ser la clave para atravesar y dar por terminada esta pandemia que se hizo mucho más larga de lo que imaginábamos.
La vigencia del SARS-CoV2 continúa registrando cifras de letalidad que únicamente algunos arriesgados guionistas de películas de ciencia ficción se animaron a presagiar. Para contrarrestar tanto desasosiego, los científicos se desvelan por descubrir, tan pronto como puedan, la fórmula de una vacuna que ayude a prevenir la gran mayoría de los casos.
Al menos hasta principios de septiembre, América había batido un doloroso récord mundial: casi 570.000 trabajadores de la salud se enfermaron y más de 2.500 fallecieron a causa del virus. (Fuente: Organización Panamericana de la Salud)
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En el ámbito sanitario, un trabajo en equipo, coordinado y cooperativo permite el logro de objetivos comunes, pero también trae consigo otros grandes beneficios.
Disminuye los errores médicos, mediante habilidades y talentos que generan que las tareas se complementen y los objetivos sean más sencillos de alcanzar.
Acota considerablemente el tiempo invertido en una tarea.
Reduce la posibilidad de gastos generados por mala praxis y complicaciones.
Incrementa la confianza y mejora el rendimiento de todo el personal, lo que ayuda a optimizar la salud y la satisfacción del paciente.
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Al igual que sucedió con la adopción del teletrabajo como principal herramienta que tuvieron las empresas para hacerle frente al aislamiento social, preventivo y obligatorio, el COVID-19 provocó cambios exponenciales también en las organizaciones de salud, que se vieron obligadas a brindar un servicio digital y a distancia. Esto dejó en evidencia una necesidad: los esfuerzos en tecnología tuvieron que acelerarse a un ritmo inesperado, con enormes desafíos para la medicina.
De hecho, durante estos meses de emergencia sanitaria, el temor a contagiarse produjo que la consulta presencial tuviera una significativa y lógica reducción. Sólo en la Argentina, las referidas a enfermedades cardiovasculares, encéfalovasculares y cáncer cayeron entre un 50% y un 75%, según un estudio publicado por Adecra y Cedim de mayo de 2020. En hospitales, este porcentaje es aún más alarmante: la reducción alcanzó el 90%.
Hace rato que el personal médico no da abasto. Con este panorama, la telemedicina se convirtió en el principal canal de consultas y atención: no sólo es una herramienta ideal para realizar el seguimiento de los pacientes y que no sufran demoras en los turnos; esta modalidad también ayuda a evitar el colapso en los hospitales, clínicas e instituciones de la salud y posibilita un uso más eficiente de los recursos, aliviando la presión asistencial en los casos que no ameritan examen físico. Algo fundamental si tenemos en cuenta la cantidad de personas con patologías graves que, por temor a desplazarse, abandonaron o suspendieron sus tratamientos, o que recibieron diagnósticos tardíos e incompletos.
En 2019, previo a la pandemia, muchos profesionales de la salud ya recurrían a aplicaciones y dispositivos de telemedicina. Los que más la empleaban eran China (89%), Arabia Saudita (75%) e India (67%). (Fuente: Statista)
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A través de la telemedicina, tanto el diagnóstico como el tratamiento del COVID-19 resultan ser procesos rápidos y sencillos para el paciente: basta con abrir una app, especificar sus síntomas y esperar a que un médico lo atienda de manera virtual. Pero existen otros beneficios importantes:
Descongestiona las vías telefónicas para casos más urgentes.
Permite contar con profesionales de las distintas especialidades de manera virtual para mejorar la inmediatez y la calidad de atención.
Posibilita el acceso a la atención para más personas, sin importar la distancia ni límites fronterizos, especialmente en poblaciones donde escasea el personal médico, ya que evita que sus habitantes deban desplazarse a las grandes urbes para consultar especialistas.
Los profesionales de la salud pueden capacitarse a distancia a un valor más accesible.
El coronavirus puso en jaque el sistema de salud, pero médicos, científicos y personal sanitario siguen moviendo las fichas para sortear los desafíos y disminuir el continuo riesgo de contagio en las poblaciones. A la par, no existe margen alguno: llegó el momento de profundizar las estrategias de tecnología en medicina para facilitar el acceso a la salud en todos sus aspectos, de adoptar nuevas prácticas con diferentes dinámicas, como es el caso de la telemedicina o el diagnóstico por imágenes a distancia. El propósito lo justifica: poder brindar una mejor calidad de atención a los pacientes, en un momento que la transformación no es una opción.
Mientras tanto, desde Telerad seguimos aplaudiendo y volvemos a agradecerles a todos aquellos que continúan trabajando sin descanso para que la pandemia pase a ser historia. Una historia de héroes conformada por profesionales y trabajadores del sector de la salud, en una batalla que perdura.
La transformación digital en medicina ya no puede esperar. Si quiere que Telerad lo acompañe en el proceso con un servicio de teleradiología, estamos para ayudarlo.
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