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Qué considerar en la atención médica digital

Hoy en día, la amplia gama de servicios e innovaciones que aporta la tecnología ha llegado a la atención médica, por lo que suele hablarse de la “digitalización del ejercicio médico”. 

Esto significa que un paciente puede recibir atención de manera remota, tener acceso a su historia clínica de forma electrónica y también puede hacer consultas a través de videoconferencia, WhatsApp o incluso mediante redes sociales, entre muchas otras prácticas que han simplificado el acceso a un profesional médico.

Bienvenidos los avances en comunicación, pero... ¿qué hay con la práctica médica tradicional?

Las estadísticas han ido demostrando cómo la telemedicina fue incrementando sus valores de efectividad y eficiencia, mientras, cada vez más pacientes y personal médico se suman a la experiencia.

Sin embargo, en esta metodología hay algunas cuestiones que no dejan de ser relevantes, como por ejemplo la obligación que tienen los médicos de mantener confidencialidad en relación con las consultas que practican. Además, debe estar muy claro el vínculo establecido y los acuerdos en la comunicación para asegurar que la información que se proporcione sea suficiente y precisa. El objetivo final es lograr que el paciente obtenga la misma satisfacción y tranquilidad de que obtendrá el mismo respeto a la intimidad a la que se comprometen las prácticas tradicionales. 

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Si bien estos espacios digitales que permiten un nuevo vínculo entre médico y paciente están dentro de una lógica cotidiana de los intercambios online, donde la privacidad y formalidad pierden valor, en telemedicina no debería por qué ser así. El profesional tiene que cumplir con las normas legales y el servicio médico siempre debe buscar preservar la información del paciente.

Por ejemplo, si un intercambio o consulta se hace a través de redes sociales, hay que tener presente que dependiendo como se publique, la información no tendrá un único destinatario. Por lo tanto, se debe buscar la manera de que el intercambio no sea personalizado y visible a todos para que no se llegue a identificar al paciente, así como tampoco se lo pueda asociar a patología alguna.

De esta manera, no se excluye la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación para los vínculos entre pacientes y médicos siempre y cuando se consideren ciertos tratamientos y se apliquen guías internacionales acerca de cómo debe comportarse un profesional frente a estos avances.

Entre otras cuestiones, se sabe que es fundamental no almacenar datos sobre pacientes en teléfonos móviles y ordenadores portátiles o imágenes que no estuvieran encriptadas. En caso de utilizar diferentes equipamientos de fácil acceso a la información allí conservada, deberían tener claves de acceso y el paciente tiene que conocer expresamente el uso y el objetivo por el cual esa información está siendo almacenada.

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Con esto se quiere decir que la medicina 2. 0 no es libre para cualquier práctica. La responsabilidad médica no se excluye. La posibilidad de contar con estas herramientas de forma fácil y rápida no debe hacer perder la prudencia al médico o al equipo de salud.

Lo mismo que vale para los intercambios médico-paciente, cuenta para la colaboración entre profesionales que también tienen que  mantener los mismos principios que rigen la medicina tradicional.

Así la teleradiología, que se incorpora a este proceso de digitalización, tampoco excluye las normativas expuestas en relación con la práctica. Es una opción innovadora que simplifica el ejercicio médico y el acceso a los servicios de salud, porque permite el diagnósticos de imágenes a distancia. Pero para realizarla correctamente, no se debe dejar de lado la rigurosidad para resguardar la privacidad del paciente.

Lo mismo sucede con el almacenamiento de la información. En teleradiología resulta muy útil puesto que permite un análisis cronológico de los distintos estudios que se le han hecho el paciente. Pero debemos evaluar la seguridad con la que son almacenadas, para que el acceso siga siendo tan restricto como en los casos en que las tomas de imágenes y los consecuentes informes, son efectuados de manera física y tradicional.

Guía de buenas prácticas en Teleradiología

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