Hasta hace poco, el desarrollo enfocado al diagnóstico y el tratamiento se basaba exclusivamente en la formación y experiencia de los profesionales de la salud, sin que el enfermo tuviera casi opción ni capacidad para opinar. Se creía, quizás erróneamente, que el mayor desarrollo tecnológico redundaría automáticamente en beneficio del paciente. Lo cual es cierto desde el punto de vista, precisamente, del diagnóstico y el tratamiento.
Hoy se puede investigar –en Internet y en publicaciones impresas– sobre la pertinencia de las tecnologías disponibles para tratar una determinada enfermedad y complementar este aprendizaje con el uso de innovadoras aplicaciones en teléfonos móviles para controlar su salud.
En este contexto, ¿cuáles son los espacios en los que la tecnología puede mejorar la atención al paciente?
La implementación de la historia clínica electrónica ofrece la gran oportunidad de crear un círculo de seguridad para el paciente durante todo el proceso de atención, ya que su información se puede compartir entre médicos, enfermeras y otros integrantes del personal clínico, lo que contribuye a ofrecer tratamientos más certeros y basados en las mejores prácticas.
Si cada persona tiene a su disposición la historia, este se sentirá más acompañado, porque sabrá que todos los involucrados conocen su caso y no tendrá que estar describiendo su cuadro una y otra vez. Tampoco deberá recorrer distintos establecimientos en busca de los informes de resultados de exámenes complementarios, que luego tendrá que llevarle al médico tratante.
Un sistema de turnos integrado puede ayudar no sólo a acelerar el flujo de pacientes dentro de una institución, sino también a que las personas se sientan mejor atendidas. En el caso de imágenes, los equipos para realizar resonancia magnética, ultrasonidos y tomografías, brindan imágenes con mejor definición, con resolución óptima, píxel tras píxel, que le permite al especialista tener una lectura más precisa al detectar anomalías con mayor facilidad.
Ya son muchas las aplicaciones que se pueden bajar al celular, que controlan distintos parámetros como pulso, calorías consumidas, distancias recorridas, etc.; algunas son independientes y otras se combinan con relojes o brazaletes digitales que operan como sensores. Existen también aplicaciones médicas especializadas, provistas por instituciones de salud y que cubren un amplio espectro de servicios al paciente, que van desde la toma y medición de la glucemia hasta la llamada de urgencia ante una emergencia médica.
Aunque parezca obvio, hoy más que nunca la tecnología está al servicio del paciente, puesto que esta ha traspasado en varios casos el escenario del hospital al del cuidado en casa. Los programas de seguridad en los sistemas dentro de este ámbito, se tornan fundamentales: en la mejora de la seguridad de la información y la calidad de la atención sanitaria. Pero su éxito depende de la capacidad de los usuarios para reconocer los eventos, reaccionar a ellos y reportarlos para el análisis y la acción. El paciente como sujeto activo de su propia recuperación y el profesional, como su facilitador.
El reto de los sistemas de salud para la próxima década será facilitar la autonomía de los individuos y las familias, para que puedan participar más activamente en su propia salud y abrazar el diseño centrado en el paciente, para transformar la experiencia del cuidado.
En la actualidad, con la revolución digital, el paciente puede acceder fácilmente a la información necesaria para vivir una vida más saludable y, mediante el uso interconectado de dispositivos, recibir una atención más personalizada. Esa la evolución hacia el empoderamiento del paciente.
Desde todos nuestros servicios, estamos a disposición de los centros de salud comprometidos con la mejora continua en la atención del paciente. Aportamos lo que necesita para poder afrontar una recepción masiva de personas, que buscan acceder a diagnósticos rápidos y efectivos.