Es probable que el tiempo sea una de las variables más complejas de gestionar cuando se trata de servicios de salud.
Si todo funciona bien y dentro de los márgenes previstos –es decir, en consultorios externos, en laboratorio, en diagnóstico por imágenes, cuando no estamos de guardia o en situación de emergencia– tenemos una idea de cuánto requieren las distintas actividades. Estos tiempos, unidos a la disponibilidad del personal, de los insumos y de las facilidades edilicias, ¿son los factores más importantes para armar una planilla de turnos?
Una consulta clínica básica, una extracción de sangre mínima, una radiografía de tórax, por citar ejemplos, resultan ser procedimientos que llevan más o menos un tiempo previsto y predecible dentro de ciertos rangos. Más aún, estos tiempos suelen tomar en consideración las posibles variables: un paciente con trastornos en la deambulación, un vaso difícil de encontrar o una columna vertebral demasiado escoliótica son incidentes que se hallan dentro del rango de lo previsible.
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La palabra clave: “flujo de pacientes”
Se trata del movimiento de pacientes a través de un centro de salud. Implica la atención médica, los recursos físicos y los sistemas internos necesarios para que las personas lleguen desde el punto de ingreso hasta el momento del alta (en pacientes internados) o de la salida (en ambulatorios).
A la vez, se mantienen la calidad y la satisfacción. Mejorar el flujo de pacientes es un componente crítico de la gestión de procesos en hospitales y otros centros de salud y la gestión de turnos, un componente clave.
Los administradores de prácticas de atención médica reconocen cada vez más que el flujo efectivo de pacientes es clave para aumentar los ingresos, mejorar la eficiencia de la práctica y brindar una experiencia positiva para el paciente. Cuando los pacientes son tratados en instalaciones y prácticas que minimizan la espera indebida, hacen que cada destino sea evidente y las transiciones, cómodas; se sienten respetados y cuidados.
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5 consejos útiles para gestiones eficientes
- Para definir claramente los destinos de los pacientes, la señalización es la clave. Puede ser tan simple como las señales del lobby o del estacionamiento que dirigen a los pacientes hacia el piso o la puerta correctos. Pueden ser signos dentro de una práctica que distingan claramente el registro de entrada del de salida o la separación de los pacientes por tipo de servicio.
- El cuello de botella más común se encuentra en el mostrador de facturación tradicional. Los cambios operativos y arquitectónicos pueden resolver esto.
- Considere el uso estratégico de las salas de examen. Sepa cuántas salas puede manejar un profesional al mismo tiempo. Para muchos, son dos o tres, luego considere las salas adicionales asignadas entre varios profesionales para absorber a los pacientes en momentos de gran demanda.
- Planifique un flujo de tráfico que mueva a los pacientes de forma secuencial a través de una visita, sin cruzar caminos o volver sobre sus pasos. Los pacientes pueden pasar del mostrador de ingreso a la sala de examen y a la salida, sin cruzar otras vías de tránsito. Use áreas separadas de check-in y check-out, incluso si las funciones son manejadas por los mismos miembros del personal.
- Considere el flujo de tráfico interno, incluso dentro del área de recepción. Proporcione estaciones de trabajo donde los médicos pueden escribir notas sin tener que volver a una oficina o estación de enfermeras. Si hay una práctica de múltiples especialidades, considere el traspaso entre áreas dentro de la parte clínica de la instalación. Por lo tanto, el paciente percibe la transición como parte de una sola visita sin interrupción.
Seguramente, haya muchas otras propuestas que se pueden plantear para que las gestiones sean eficaces, que le hagan ganar tiempo al paciente. No obstante, las mencionadas, sin dudas, pueden ser un muy buen punto de partida para comenzar a considerar.
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