Sabemos que hay tendencias globales que afectan a las personas y la Telemedicina está evolucionando rápidamente para contribuir a su mejora.
Hay 4 aspectos fundamentales que preocupan a nivel mundial:
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Una población que envejece: los avances médicos y científicos están prolongando la vida de las personas, lo que significa que hay una mayor demanda de atención médica a nivel mundial.
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Aumento de los casos crónicos: el aumento de la edad promedio trae aparejado la aparición de enfermedades que antes no eran tan comunes. Además de que, como consecuencia del avance médico, se vuelven crónicas ciertas enfermedades que antes eran fatales.
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Disminución de profesionales entrenados: la declinación de la cantidad de profesionales de la salud a disposición de una población se verifica en todos los países, especialmente en áreas de difícil acceso como las rurales, o de escasos recursos.
Estas cuatro tendencias, si bien son globales, en Latinoamérica se evidencian con más notoriedad. Debido a esto, existe una necesidad urgente de incluir en los planes de estudio, no sólo capacitaciones dentro del campo de la telemedicina, sino también, todas las tecnologías de última generación.
¿Carencias u oportunidades?
En el fondo, estas tendencias bien pueden verse como oportunidades para desarrollar la industria de la salud y aumentar la capacidad de respuesta a las características de la población actual. Un estudio de Global Health Intelligence dice que en 2022, el mercado global de la telemedicina superó los US $224.000M. Y que para el año 2027, se estima una proyección que alcanzará los US $400.000M.
En este sentido, gran parte de la región enfrenta desafíos enormes en cuestiones sanitarias y la telemedicina podría ayudar a solucionarlo. Para la firma Intel, está claro que, si bien la mayoría de los países de la región ha usado la telemedicina en diferentes grados durante muchos años, la escalabilidad sigue siendo un objetivo importante, ya que el principal beneficio de la telemedicina es lograr más con menos.
Los fabricantes de equipamiento y los proveedores de servicios deben aprovechar también las importantes inversiones en infraestructura —redes, fibra óptica, conectividad— que gran parte de los países de la región están desarrollando, aunque no tan rápido como en otras regiones más avanzadas.
Lo que también es cierto es que, más allá de la inversión privada, sin el apoyo del Estado, por lo menos en las áreas más críticas, no es posible avanzar con firmeza. Es por eso que varios gobiernos de la región también están implementando programas combinados público-privados para impulsar la Telemedicina.
Un caso concreto es el de Brasil que sostiene programas desde 2006, especialmente para atender la gran región de Amazonia. O el programa chileno “Estrategia de Salud Digital”, llevado en conjunto con empresas privadas, que tiene como principal objetivo abordar la escasez de proveedores y mejorar el acceso a la atención en las zonas rurales.
En Argentina, hay un Plan Nacional de Telesalud y se ha creado la Red de Telesalud, integrada por nodos (instituciones) comunicados mediante tecnologías de la información y comunicación, síncrona −en tiempo real− y asíncrona −tiempo diferido.
En ella participan más de 400 instituciones públicas de todo el país, que incluyen ministerios de salud provinciales, hospitales de diferentes niveles de complejidad, centros de atención primaria, institutos, facultades y escuelas públicas de medicina.
Además, el 30 de octubre de 2018 se ha publicado en el boletín oficial La Estrategia Nacional de Salud Digital 2018-2023, en la que se asientan las bases para el despliegue de sistemas de información, que promuevan servicios de salud integrados e integrales.
Aunque los centros médicos y hospitales de América Latina han crecido a pasos agigantados en los últimos años, todavía hay muchas colinas que escalar antes de llegar a la cima. Muchas instalaciones aún carecen de equipamiento de última generación, lo que deja a gran parte de la población rural estimada en 130 millones de personas, sin el cuidado que necesitan.
Y no sólo en el ámbito agrario, sino también en la ciudades chicas o medianas que no tienen acceso a especialistas y subespecialistas. La colaboración interdisciplinaria e interegional es la principal clave para equiparar desigualdades inmediatas.
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