Estudiar a distancia no es una “moda”. Si bien la situación actual de aislamiento a nivel global a causa del COVID-19 puso el tema en la agenda de todos los gobiernos alrededor del mundo, la teleducación existe desde hace mucho tiempo.
¿Cómo fue creciendo hasta hoy y por qué es un tema más vigente que nunca?
La educación a distancia está íntimamente ligada a las evoluciones tecnológicas y coyunturales que surgieron con el correr de los años. A partir de la década de 1960, con el auge de los satélites, apareció esta nueva opción. Estudiar sin la necesidad de una presencia física llegó para ofrecer soluciones en distintas partes del mundo, sobre todo para aquellos en lugares más alejados o desfavoaables. Los objetivos de la época eran muy funcionales a esta nueva modalidad: combatir el analfabetismo, disminuir el ausentismo y erradicar la deserción –entre otras cuestiones– combinaban muy bien con la teleducación. Además, en el caso de los países con superficies más extensas con algunas regiones aisladas, obtenían más y mejores recursos.
De esta manera, aún estando alejadas de las grandes ciudades, se pudo acceder a la misma calidad de educación que los ciudadanos urbanos. La teleducación, entonces, llegaba para igualar y democratizar.
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Hacia 1970, los países de América del Sur comenzaron a unir sus esfuerzos con el fin de avanzar en la adopción de esta modalidad. Uno de los primeros antecedentes fue el Sistema de Teleducación Destinado a América Latina, popularmente conocido como Plan SERLA. En esta propuesta se unieron Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Perú y Venezuela y solicitaron el apoyo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y a la UNESCO. Si bien el proyecto no se materializó, sentó las bases para que cada nación avanzara en materia de teleducación en su propio territorio.
Con el paso de tiempo, los países latinoamericanos empezaron a hacer su propio recorrido, cada vez más ágil y profundo, hasta llegar a lo que utilizamos y conocemos hoy como teleducación. Algunas de sus contribuciones no se modificaron: sigue siendo una importante manera de descentralizar y de difundir el conocimiento y el área de la medicina no es una excepción.
La teleducación ofrece importantes beneficios para la comunidad médica. Como vimos, fue creciendo hasta convertirse en un servicio que la mayoría de los profesionales de la salud alrededor del mundo puede acceder. Sobre todo, en un planeta que hoy avanza a pasos agigantados hacia la digitalización.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones Organización de los Estados Americano (CITEL) así lo dejaron establecido en uno de sus informes.
Dentro de la medicina, y ante este nuevo paradigma que nos presenta la pandemia, estos son los beneficios principales de adoptar la tecnología:
Hoy, la tecnología aplicada a la teleducación ofrece más y mejores herramientas que evolucionan en forma contínua, pero principalmente se convirtieron en un bien accesible para gran parte de la población: todo lo que necesitamos es una conexión a internet y algún tipo de dispositivo que no necesariamente debe ser una PC.
Esto significa, entre otras cosas, que es posible sostener la calidad educativa sin vernos afectados por la coyuntura, en cualquier momento y lugar.
Vivimos un tiempo particularmente difícil, en el cual los trabajadores de la salud tienen un rol protagónico e inédito en la historia. La calidad de la formación de estos profesionales tiene una importancia central para la misión que les toca enfrentar. Apoyarse en la tecnología es relevante y urgente.
Sabemos que los tiempos que corren son difíciles y queremos acompañarlo.
Por eso, en nuestra plataforma de teleducación encontrará cursos a costos especiales e incluso algunos gratuitos.
Estudiemos juntos. La sociedad nos necesita más preparados que nunca hoy.