Estrés en médicos: los héroes de la pandemia

En una dosis pequeña, el estrés es un estado sano y positivo de defensa que permite al organismo adaptarse a nuevos eventos. No obstante, cuando se hace crónico puede afectar la salud mental y física de las personas ocasionando irritabilidad, ansiedad y trastornos psicosomáticos. Un estudio publicado por la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (2004) advierte que el estrés laboral es la principal causa de ansiedad de los profesionales de la medicina: el 70% de ellos una ansiedad media y el 18% un nivel alto de ansiedad. Esto no sólo afecta el trato con los pacientes, sino que además puede desencadenar tristeza, apatía, desinterés, irritabilidad, disminución de la autoestima y repliegue en uno mismo.

Pero ¿cómo ha evolucionado este fenómeno en el contexto de pandemia? ¿Cuáles son las causas que actualmente agudizan el estrés en los profesionales de la medicina?

COVID-19 y estrés laboral crónico

La insatisfacción en la relación médico-paciente, la carencia de formación vincular, el sufrimiento del enfermo, la falta de apoyo social y la escasez de tiempo son algunas de las causas del alto nivel de ansiedad sufrido por médicos, enfermeros y auxiliares sanitarios. Todas estas cuestiones se han visto acentuadas con la pandemia por COVID-19, que incrementó el estrés laboral y volvió crónico su padecimiento. Asimismo, a las ya habituales fallas en la organización laboral, los liderazgos dictatoriales, los nombramientos de responsables por criterios no académicos y los constantes aumentos de la presión asistencial y de la responsabilidad, durante el año 2020 se han añadido penosas situaciones como las siguientes:

• Faltantes en materiales de profilaxis sanitaria para la atención de potenciales pacientes con COVID-19.

• Cambios de horario laboral permanente y sin consulta previa.

• Guardias extendidas y obligatorias.

• Inconsistencias en la política pública sanitaria ante la pandemia.

• Irresponsabilidades civiles durante eventos sociales.

Asimismo, a la par de las excesivas demandas gubernamentales asociadas simbólicamente a la etiqueta héroes, el personal sanitario debió afrontar un estado de mayor vulnerabilidad debido al recelo ocasionado por la exposición constante a una enfermedad poco conocida.

El miedo a contraer una o más veces COVID-19 y no saber cuáles podrían ser sus consecuencias, y, peor aún, el temor de contagiar a un ser querido, evidenció la fragilidad de quienes con vocación y profesionalismo han puesto el cuerpo a la pandemia. Esta tensión afectiva no resuelta se incrementó notablemente con una inusual tasa de mortalidad y la atención a veces deshumanizada de un sistema sanitario en emergencia, recayendo con todo su peso sobre el ya notoriamente afectado personal de salud.

Trabajo en equipo y políticas públicas

Aún se desconoce el costo que la pandemia por COVID-19 ha de tener en médicos, enfermeros y auxiliares sanitarios y en la sociedad en general, pero sin dudas sus consecuencias físicas y psicológicas y las reflexiones que alimenten estas vivencias deberán ser asunto prioritario dentro de las políticas sanitarias futuras. A propósito de ello, es importante tener en cuenta que un trabajo en equipo basado en la organización y en los lazos amables entre pares y superiores jerárquicos ha sido, una vez más, el mayor factor de contención de la ansiedad presente en el personal sanitario durante el corriente año.

En los equipos de los centros de salud, así como en todo grupo humano, la dinámica grupal influye notoriamente en el comportamiento de cada persona. Estas dinámicas se dan en todos los grupos laborales aumentado su complejidad en equipos multidisciplinarios como los dedicados a la Atención Primaria.

Además es preciso establecer una distancia adecuada entre las personas del sistema de salud comprometidas con su labor y las enormes exigencias que a menudo se les presentan, disminuyendo su autoexigencia y otorgando un marco de realidad a las expectativas generadas por cada proyecto sanitario.

Finalmente, es clave que la formación profesional incluya los factores psicológicos y sociales influyentes en el trabajo diario. Cada uno de los temas mencionados han de ser asuntos prioritarios si lo que se desea es preservar la salud de los profesionales sanitarios y, de esta manera, mejorar la calidad asistencial.